Conocí personalmente a Gonzalo Rojas en uno de sus viajes a Lebu, cuando ya había regresado de su exilio y se había instalado definitivamente en El Renegado, cerca de Chillán. Fue gracias a una invitación de Jaime Rocha, entonces diputado Radical por la provincia de Arauco. En casa de su familia nos tomaron esta foto, mientras compartíamos un vaso de vino y conversábamos de poesía. Varios años antes , Jaime le había enviado a Alemania mi primer libro de poesía, y Rojas le respondió en una carta que había leído el libro ; le hacía algunos comentarios y me deseaba buena suerte. Pude verlo en un par de ocasiones más, en Santiago, durante importantes eventos nacionales e internacionales de poesía , convertido en una figura de culto. Estaba rodeado permanentemente por una corte de mujeres , de todas las edades, que lo buscaban como si fuera un rock star. Tenía presencia permanente en los medios y disfrutaba de premios importantes en la última recta de su vida. Gran poeta ; escucharlo recitar sus versos era toda una fiesta. Pronto se cumplirá un año más de su muerte : así es de implacable el tiempo , pasa tan rápido ,tan rápido . Leámoslo y tratemos de escucharlo en este poema elegido para recordarlo:
Los días van tan rápidos en la corriente oscura que toda salvación
se me reduce apenas a respirar profundo para que el aire dure
en mis pulmones
una semana más, los días van tan rápidos
al invisible océano que ya no tengo sangre donde nadar seguro
y me voy convirtiendo en un pescado más, con mis espinas.
Vuelvo a mi origen, voy hacia mi origen, no me espera
nadie allá, voy corriendo a la materna hondura
donde termina el hueso, me voy a mi semilla,
porque está escrito que esto se cumpla en las estrellas
y en el pobre gusano que soy, con mis semanas
y los meses gozosos que espero todavía.
Uno está aquí y no sabe que ya no está, dan ganas de reírse
de haber entrado en este juego delirante,
pero el espejo cruel te lo descifra un día
y palideces y haces como que no lo crees,
como que no lo escuchas, mi hermano, y es tu propio sollozo allá
en el fondo.
Si eres mujer te pones la máscara más bella
para engañarte, si eres varón pones más duro
el esqueleto, pero por dentro es otra cosa,
y no hay nada, no hay nadie, sino tú mismo en esto:
así es que lo mejor es ver claro el peligro.
Estemos preparados. Quedémonos desnudos
con lo que somos, pero quememos, no pudramos
lo que somos. Ardamos. Respiremos
sin miedo. Despertemos a la gran realidad
de estar naciendo ahora, y en la última hora.
De “Contra la muerte”