Hay espacios diminutos,
Finísimas grietas por donde la felicidad
Se desliza como la sombra de cien tigres,
Y el viento resbala cabalgaduras
De algas definitivamente podridas.
Hendiduras mínimas
Donde se atropellan desesperadas osamentas
Cuyos cuerpos no querían morir
Hay pequeñitos espacios
Como estaciones antiguas
Donde los trenes dejaron para siempre
Un olor a humedad y espesura
Un silbato de lobos
Despedazándose en el eco
Hay una grieta finísima
Por donde se descuelga
El hilo umbilical de una sonrisa
Aunque la amenace
Una ráfaga de infierno