El movimiento estudiantil y un nuevo verosímil social


No  sabemos cómo va a  terminar este nuevo movimiento por la educación  pública . Temo que pueda  terminar como otros,  con   millones de dólares que aumentarán el presupuesto “histórico” y engrosarán la burocracia. Desde las demandas iniciales ,  concretas y cercanas de los estudiantes , hasta lo  que se está discutiendo hoy, existe un gran trecho, tan lleno de vericuetos que cualquiera podría perderse en ellos. Sin embargo lo que parece haber al final   del camino es un nuevo verosímil que se instala para comenzar a desmoronar un conjunto de slogans y verdades del modelo neoliberal que nos fue impuesto sin que pudiéramos decir ni «pío»  y que terminó de instalarse con nuestra propia complacencia  : la educación puede ser gratuita  . Y si la educación puede  –y debe-  ser gratuita, cuánto más la salud y otros  derechos ciudadanos básicos. Eso es lo que aparece al final y es, ciertamente, subversivo. Por eso mismo es que contagia, porque tiene aires revolucionarios.  Qué gran  paradoja  :  el primer Ministro de Educación de este gobierno  acuñó el término “revolución” para referirse  a los  cambios  menores que pretendía hacer y que buscaría elevar a la categoría de grandes cambios  , partiendo por la multiplicación de liceos  emblemáticos, a fin de marcar la diferencia con los gobiernos anteriores en los que sólo habríamos tenido una “reforma”  educacional .  En efecto, podemos  tener una revolución en educación, pero no precisamente por los cambios  que pretendía hacer el ministro.

El asunto se ha complicado y no es fácil de resolver. Mientras algunos buscan que ciertas cosas se deshagan para construirlas con un nuevo diseño, otros buscan hacer que parezca que se deshacen para que continúen  como estaban. Hay puntos que son claves y sobre los cuales es casi imposible que las partes lleguen a acuerdos que les satisfagan.

De ser posible, por ahora, podríamos considerar un gran avance  contar con una educación superior, técnica y universitaria,  gratuita  para los más pobres y con aportes de acuerdo a sus ingresos económicos para los menos pobres y los ricos  . Con una educación , tanto de enseñanza media como superior sin fines de lucro y con un organismo que analice la situación de cada establecimiento en particular, cerrando aquellos que no debieran seguir  funcionando por sus malas prácticas pedagógicas. Respecto a la desmunicipalización, podría haber flexibilidad para permitir que aquellas municipalidades que lo han hecho bien y quieran continuar,  puedan hacerlo      , en tanto aquellas que lo han hecho mal  y/o   no quieran seguir adelante,  traspasen  la educación a organismos competentes, algunos de los cuales pueden ser privados, siempre que no tengan fines de lucro. No me imagino, por ahora, al MINEDUC a cargo de todos los establecimientos.

Pero el tema de fondo no es  ninguno de los anteriores. Aún si la  educación superior fuera gratis, las escuelas y liceos municipales  estuvieran a cargo del  MINEDUC y los establecimientos particulares subvencionados esuvieran impedidos de lucrar con la educación, ¿quién asegura que tendremos una educación de calidad?  Si no mejoramos la calidad, no tardaremos en reclamar, a coro, una educación alternativa a la “pública”, tal como miles de usuarios del Transantiago añoran las micros amarillas.  ¿Qué es calidad, en educación? Hace rato que debimos discutir este asunto y llegar a un consenso.   Todo lo que acordemos en aras de una mejor calidad no servirá de mucho si al sentarnos a dialogar cada cual  asocia este significante a un significado  diferente . Habría desde quiénes piensan  en   una educación que permita ganar más dinero al ingresar al mundo laboral  hasta otros  que piensan en una sólida formación de  conceptos y valores , pasando por quienes  esperan que mejoren los  resultados en las pruebas SIMCE y PSU ; tres visiones, a modo de ejemplo, muy distintas.   No habrá coherencia entre las necesidades y las medidas que se acuerden si no se ha discutido y acordado antes lo que entenderemos por calidad en educación. Personalmente lo único que tengo claro es que calidad no significa lo mismo en educación que  en la producción de bienes. No basta con que el consumidor esté satisfecho con el “producto”. Precisamente  en educación la calidad se refiere más a los procesos que a los resultados o productos.  El tema de fondo es la calidad, y cuando conversemos sobre ella tendremos que ver, necesariamente, qué se está enseñando en las salas de clases .¿ Este es el conjunto de saberes  del curriculum nacional  que requieren los niños y jóvenes para su formación, hoy en día?  Y, lo más importante y previo, ¿ qué tipo de persona queremos formar ? ¿Para qué? Porque si el Estado  -que somos todos los chilenos-  ha de financiar y orientar la educación que reciben los ciudadanos, debemos tener un poco más de claridad respecto del contenido de esa educación, es decir, del proyecto educativo que queremos para Chile.

Un tema complejo, sin duda, pero apasionante, por algo es el gran tema que han tenido que vivir los últimos dos gobiernos sin siquiera advertir la fuerza con que les  reventaría, obligándolos a reescribir sus agendas.

 Francisco Ruiz B.


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