ANTOLOGIA DE LA ADULTEZ (II parte)


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LOS HERALDOS NEGROS

Hay golpes en la vida, tan
fuertes…¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios;
como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma…
¡Yo no sé!

Son pocos; pero son…
Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de
bárbaros Atilas;
o lo heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas
de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el
Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos
son las crepitaciones de algún pan
que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre… Pobre… ¡pobre! Vuelve los ojos,
como cuando por sobre el hombro
nos dan una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza,
como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida,
tan fuertes… ¡Yo no sé!

César Vallejo

HAGAMOS UN TRATO

Compañera
usted sabe
que puede contar conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo.
Si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos,
no alerte sus fusiles
ni piense que deliro,
a pesar de la veta
o tal vez porque existe,
usted puede contar conmigo.

Si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo,
no piense que es flojera,
igual puede contar
conmigo.
Pero hagamos un trato:
yo quisiera contar
con usted,
y es tan lindo
saber que usted existe,
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos,
aunque sea hasta cinco,
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.
Mario Benedetti

WALKING AROUND

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos,
aterido, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.

Pablo Neruda

LAMENTACIÓN DEL SIN TECHO

Perdona, amigo, no quise molestarte
Pero volví de Vietnam
Donde maté a un montón de caballeros vietnamitas
Algunas damas también
Y no pude soportar el dolor
Y de miedo cogí un hábito
Y pasé por la rehaz y estoy limpio
Pero no tengo lugar donde dormir
Y no sé qué hacer
Conmigo ahora mismo

Lo siento, amigo, no quise molestarte
Pero hace frío en la calle
Y mi corazón está enfermo solo
Y estoy limpio, pero mi vida es un desastre
Tercera Avenida
Y calle E. Houston
En el paso peatonal bajo el semáforo en rojo
Limpio tu parabrisas con un trapo sucio

Allen Ginsberg

SALMO 1

Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido ni
asiste a sus mítines
ni se sienta a la mesa con los gánsters
ni con los Generales en el Consejo de Guerra
Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano
ni delata a su compañero de colegio
Bienaventurado el hombre que no lee los anuncios comerciales
ni escucha sus radios
ni cree en sus slogans
Será como un árbol plantado junto a una fuente
Ernesto Cardenal

CANTO A MI MISMO

Con estrépitos de músicas vengo,
con cornetas y tambores.
Mis marchas no suenan solo para los victoriosos,
sino para los derrotados y los muertos también.
Todos dicen: es glorioso ganar una batalla.
Pues yo digo que es tan glorioso perderla.
¡Las batallas se pierden con el mismo espíritu que se ganan!
¡Hurra por los muertos!
Dejadme soplar en las trompas, recio y alegre, por ellos.
¡Hurra por los que cayeron,
por los barcos que se hundieron el la mar,
y por los que perecieron ahogados!
¡Hurra por los generales que perdieron el combate y por todos los héroes
vencidos!
Los infinitos héroes desconocidos valen tanto como los héroes mas
grandes de la Historia.

Walt Whitman

LA ABUELA

Se puso tan mañosa al alba fría,
la cerrada de puertas, la absoluta de espaldas,
cosiéndose un pañuelo que nadie conocía.
Se bajó bien los párpados. Con infinita llave
los cerró para siempre. Unos negros marinos
vinieron a embarcarla en una negra nave.
Y la nave, de mástiles de espermas y de velas
de coronas moradas de flores, era el barco
que lleva a extraños puertos a las hondas abuelas.
No hizo caso a nadie: ni a la hija mayor,
ni a su eterno rosario: tan mañosa se puso,
tan abuela recóndita metióse en su labor.
Ni el oleaje de rostros, ni la llántea resaca
pueden ahora atraer su nave hasta esta costa:
¡ni nadie de su extraño pañuelo ahora la saca¡
Alberto Rubio

HABÍAMOS NACIDO EL UNO PARA EL OTRO

En realidad habíamos nacido
el uno para el otro.
Jamás tuvimos un “sí” o un “no”.
Comíamos los dos de un mismo plato.
Ella leía, yo dormía.
La transfusión de ideas era magnífica.
La parentela se daba la mano los domingos.
Hacíamos intercambio de empanadas y pequeños
planes sumamente económicos; comprar maní; leer
una revista, hacer un viaje en ferrocarril.
No hay que complicarse la existencia.
Ese era el slogan favorito.
Y ya ven ustedes el resultado.
Para ponerle el broche de oro a nuestra
felicidad salíamos a dar una vuelta por el barrio.
Mostrábamos nuestros querubines.
Ella de taco bajo y yo sin corbata,
tal como si nos hubieran sacado de un cuadro.
Solo nos faltaba hablar.
El sol nos revestía de gloria y no era para menos.
La radio invadía nuestro espíritu
con esos gloriosos avisos de Juicio Final, cantados.
Siempre estábamos en comunicación:
Buenos días, ¿como está usted?
Buenas noches. Bien gracias. ¿Y su familia?
Bien. ¿Y la suya?
Pero envejecemos juntos. De eso
no hay duda. Otros tienen su propio infierno.
Acércate porque tengo frío. Estas son
las tentaciones que matan. Te conozco de memoria.
Me conoces de memoria. El tiempo cambia, antes
llovía más seguido. Nos gustaba mojarnos. Eramos
jóvenes. Léeme, por favor el pronóstico
del tiempo: el norte claro…
Buenas noches, querida. Dale cuerda
al despertador. ¿Cerraste todas las puertas
menos una? Mañana será otro día.
Mañana será otro día.
Mañana…
Alfonso Alcalde

MONEDAS

Engominado, pulcro,
penetro en las iglesias
altivamente cirio
con mi cara de hostia
dominguera.
Y me arrodillo,
y me confieso, y me persigno,
y regreso a la calle
para comprar barquillos
con monedas hurtadas al abuelo.
Armando Rubio Huidobro

SOY POBRE COMO LA RATA

Soy pobre como la rata
Triste como tía
y toco esta corneta de cartón de cumpleaños
de pequeños deformes
Y la guitarra del cielo suena sola
Con la indolente angustia de la noche
Y las palomas de las oraciones
Vuelan cenizas por la tierra muda
Armando Uribe Arce

EN EL PRINCIPIO

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
Blas de Otero

EL SOL MIRA ATRÁS

En el cielo
El sol mira para atrás
Porque tiene que llamar agua,
Y tú conoces las señales
Los sagrados olores de la tierra
Y empiezas a lustrar tus botas
La escopeta del 16
Que el abuelo colgó en el comedor
En este otoño de su muerte.
Y en el morral huequeado por antiguos
Reventones de pólvora,
Hay un juego de naipes gastados
Como esa risa que fuimos perdiendo
Cuando nos vendaron los sueños
Para que creciéramos
Más tranquilos, más ciegos,
Y no preguntáramos
Por qué el sol miraba para atrás
Desde el umbral sonoro de la lluvia,
O por qué los que amábamos
No volvieron jamás
Para justificar su eternidad
A nuestro lado,
Y tú
Y yo
Tuvimos que ir guardando las sillas vacías
Pasando llave
En el óxido de las chapas antiguas
Pasándonos una costura en la boca
Para quedarnos
Con las palabras estrictamente necesarias
A nuestro sencillo amor.
El sol mira para atrás
Porque tiene que llamar agua
Y se ilumina la copa de los manzanos
Y nos entra un frío por las rodillas
Avisándonos la primera señal.
Delia Domínguez

EL GALLINERO

Nos educaron para atrás padre
Bien preparados, sin imaginación
Y malos para la cama.
No nos quedó otra que sentar cabeza
Y ahora todas las cabezas
ocupan un asiento, de cerdo.
Nos metieron mucho Concilio de Trento
Mucho catecismo litúrgico
Y muchas manos a la obra, la misma
Qué en esos años
Repudiaba el orgasmo
Siendo que esta pasta
Era la única experiencia física
Que escapaba a la carne.
Y tanto le debíamos a los Reyes Católicos
Que acabamos con la tradición
Y nos quedamos sin sueños
Nos quedamos pegados
Pero bien constituidos;
Matrimonios bien constituidos
Familias bien constituidas.
Y así, entonces, nos hicimos grandes:
Aristocracia sin monarquía
Burguesía sin aristocracia
Clase media sin burguesía
Pobres sin clase media
Y pueblo sin revolución
Diego Maquieira

A LOS COMPAÑEROS DE UNA GENERACIÓN SUPUESTA

Colegas, cohabitantes de la misma caleta, malabaristas
del mismo circo pobre en que hoy yo desnudo mi rostro:
afinemos y afilemos este idioma
para el poeta que vendrá
y que será más grande que nosotros
nosotros los que extraviamos el camino a cada rato,
los que escribimos en vitrina sin siquiera darnos cuenta.
Trabajemos, hermanos, por el poeta que vendrá,
dignifiquemos este oficio
que también es más grande que nosotros
Eduardo Llanos

UNA NOCHE EN EL CAFÉ BERLIOZ

Yo he visto su cara en otra parte le dije
cuando entró en el Café Berlioz
Soy de otra dimensión contestó sonriendo
y avanzó hacia el fondo del salón
Ella finge escribir en su mesa de mármol
pero me observa de reojo
Desde mi mesa veo su cuello desnudo
Como un aerolito cruzó mi mente
el rostro de Muriel mi amante muerta
Usted es zurda le dije acercándome
Hacemos la pareja perfecta
Tomé su lápiz y escribí «te amo»
con mi mano derecha en la servilleta
Rey del lugar común respondió sin mirarme
mientras le echaba azúcar al té
Me ha clavado una estaca en el corazón
Me ha lanzado una bala de plata
Me ha ahorcado con una trenza de ajo
Volví confundido a mi mesa
con la cola de diablo entre las piernas
En este punto las sombras de los clientes
pagaron y se fueron del Café Berlioz
Váyanse espíritus les dije furioso
agitando mi paraguas chamuscado
¿Hay alguna Muriel aquí?
gritó la mesera desde el umbral
Cuando ella caminó hacia la puerta
vi que tenía una rosa en la mano
Por favor tráiganme la cuenta
que ya está por salir el sol
La lluvia penetra por los agujeros de mi memoria
Muriel Muriel
¿por qué me has abandonado?

Oscar Hann

PARA LA LIBERTAD

Para la libertad sangro, lucho y pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho. Dan espumas mis venas
y entro en los hospitales y entro en los algodones
como en las azucenas.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño,
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño
y aún tengo la vida.

Miguel Hernández

GALOPE

Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
Rafael Alberti

EL HOMBRE IMAGINARIO

El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario
De los muros que son imaginarios
penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
en lugares y tiempos imaginarios
Todas las tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios
Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario
Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario

Nicanor Parra

¿QUÉ SE AMA CUANDO SE AMA?

¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?
¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces
de eternidad visible?
Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.

Gonzalo Rojas

UN HOMBRE SOLO EN UNA CASA SOLA

Un hombre solo en una casa sola
No tiene deseos de encender el fuego
No tiene deseos de dormir o estar despierto
Un hombre solo en una casa enferma.
No tiene deseos de encender el fuego
Y no quiere oír más la palabra Futuro
El vaso de vino se ha marchitado como un magnolio
Y a él no le importa estar dormido o despierto.
La escarcha ha empañado las ventanas
Pero a él sólo le importa mirar la apagada chimenea
Sólo le gustaría tener una copa que le contara una vieja historia
A ese hombre solo en una casa sola.
Una historia como las que oía en su casa natal
Historias que no recuerda como no recuerda que aún está vivo
Ve sólo una copa vacía y una magnolia marchita
Un hombre solo en una casa enferma.

Jorge Teillier

EL CAFÉ

Sentado en el café cuentas el día,
el año, no sé qué, cuentas la taza
que bebes yerto; y en tu adiós, la casa
del ojo, muerta, sin color, vacía.
Sentado en el ayer la taza fría
se mueve y mueve, y en la luz escasa
la muerte en traje de francesa pasa
royendo, a solas, la melancolía.
Sentado en el café oyes el río
correr, correr, y el aletazo frío
de no sé qué: tal vez de ese momento.
Y en medio del café queda la taza
vacía, sola, y a través del asa
temblando el viento, nada más, el viento.

Miguel Arteche

CANCION DE LOS TRES AHORCADOS

Fuimos locos fuimos impuros
nos manchamos el corazón.
Fuimos canallas de ojos duros
una canción una canción.

Tuvimos sed tuvimos hambre
agujeros en el pulmón.
Nos ahorcamos con un alambre
una canción una canción.

Le hicimos hijos a la suerte
sin sacarnos el pantalón.
Ni buenas noches a la muerte
una canción una canción.

Bien plantados sobre las patas
un miércoles a lo varón.
Nos acostamos con las ratas
una canción una canción.

Buscábamos una canción

Juan Gelman

HOY MURIO CARLOS FAZ

Porque un joven ha muerto
pido que me demuestren, una vez más, el valor de la vida,
antes de que este cielo de octubre me haga bajar los ojos
hacia una tierra en ruinas
y el canto de los pájaros y el canto de los niños se confundan
en un mismo lamento en lo alto del coro
y las flores de octubre sean los incensarios que me envuelven
con su perfume húmedo y oscuro.
Tú y yo lo conocíamos,
no tenía el deseo de morir ni la necesidad, ni el deber
de morir,
era como nosotros o mejor que nosotros:
un hombre entre los hombres, alguien que día a día hizo
lo suyo:l
reflejar el mundo,
amar a la mujer, intimar con el hombre,
dar cuerda a su reloj,
transfigurar el mundo.
Obsérvense sus cuadros;
he aquí los espejos que retienen el aire del ausente, su imagen en imágenes,
lo que de él permanece despierto en su vigilia absoluta
de objeto,
en su fácil vigilia;
allí todo está en orden, en un orden secreto que no iirita,
en un orden que asombra: caprichoso y exacto, hostil y vivo,
delicado,
luminoso como una sola estrella.
Enrique Lihn

HE AQUÍ QUE ESTAMOS REUNIDOS…

He aquí que estamos reunidos
en esta casa como en el Arca de Noé:
Blanca, Irene, María y otras muchachas,
Jorge, Eliseo, Oscar, Rafael…
Vamos a conocernos rápidamente
y a fornicar y a olvidarnos.
El buey, el tigre, la paloma, el lagarto y el asno, todos
juntos bebemos, y nos pisamos y nos atropellamos
en esta hora que va a hundirse en el diluvio nocturno.
Relámpagos de alcohol cortan la obscuridad de las pupilas
y los truenos y la música se golpean entre las voces desnudas.
Gira la casa y navega hacia las horas altas.
¿Quién te tiene la mano, Magdalena, hundida en las almohadas?
¡Qué bello oficio el tuyo de desvestirte
y alumbrar la sala!
¡Haz el amor, paloma, con todo lo que sabes:
tus entrenadas manos, tu boca, tus ojos,
tu corazón experto!
He aquí la cabeza del día, Salomé,
para que bailes delante de todos los ojos en llamas.
¡Cuidado, Lesbia, no nos quites ni un pétalo de las manos!
Sube en el remolino la casa y el tiempo sube
como la harina agria. ¡Henos aquí a todos, fermentados
brotándonos por todo el cuerpo el alma!
Jaime Sabines

DIOS DE LAS ALAMBRADAS, SEÑOR DE LOS PATIOS SECOS

Entonces le sacaron la piel de las piernas
y él pensaba esto tiene que terminar
tiene que term sólo falta una
pantorrilla aguanta
entonces lo echaron al patio al sol
al polvo así despellejado
dios de las alambradas ¡ hay que
decir las cosas como son
yo lo vi yo estaba ahí mirando
era una masa sanguinolenta señor
de los patios secos¡ y pensaba
cómo se tiene de pie
Oscureció
Y él seguía caminando
Dijo que esa noche con quería dormir
Yo creo que le tenía miedo a la frazada.
David Turkeltaub

MI MADRE Y YO

Llevamos una vida
perfectamente triste
y tranquila.
Yo voy de compras
ella cocina
y yo lavo las ollas.
Vemos televisión
desde las dos de la tarde
hasta la una de la madrugada
haciendo intermedios para comer y orinar.
De noche aseguro las puertas
apago las luces
y vuelvo a mi pieza
no sé si desvestirme
y tampoco me decido a leer ni hago abdominales
no tengo ánimos para pensar en nadie
y sentado al borde de la cama
siento nostalgia del tiempo
en que solía masturbarme.

Claudio Bertoni

PASTORAL DE CHILE
II
Los pastos crecían cuando te encontré acurrucada
tiritando de frío entre los muros
Entonces te tomé
con mis manos lavé tu cara
y ambos temblamos de alegría cuando te pedí
que te vinieses conmigo
Porque ya la soledad no era
yo te vi llorar alzando hasta mí tus párpados quemados
Así vimos florecer el desierto
así escuchamos los pájaros de nuevo cantar
sobre las rocas de los páramos que quisimos
Así estuvimos entre los pastos crecidos
y nos hicimos y nos prometimos para siempre
Pero tú no cumpliste, tú te olvidaste
de cuando te encontré y no eras más que una esquirla
en el camino. Te olvidaste
y tus párpados y tus piernas se abrieron para otros
Por otros quemaste tus ojos
Se secaron los pastos y el desierto me fue al alma
como un hierro al rojo sentí las pupilas
al mirarte manoseada por tus nuevos amigos
nada más que para enfurecerme
Pero yo te seguí queriendo
no me olvidé de ti y por todas partes pregunté
si te habían visto y te encontré de nuevo
para que de nuevo me dejaras
Todo Chile se volvió sangre al ver tus fornicaciones
Pero yo te seguí queriendo y volveré a buscarte
y nuevamente te abrazaré sobre la tierra reseca
para pedirte otra vez que seas mi mujer
Los pastos de Chile volverán a revivir
El desierto de Atacama florecerá de alegría
las playas cantarán y bailarán para cuando avergonzada
vuelvas conmigo para siempre
y yo te haya perdonado todo lo que me has hecho
¡hija de mi patria!

Raúl Zurita

DE LA CIUDAD

Circulan los automóviles.
Circulan rumores de guerra
El dinero circula.
La sangre circula.
Los peatones van a sus ocupaciones.
Los peatones cruzan en las esquinas.
Los peatones circulan por las veredas.
Los hombres llevan pantalones.
Los agentes llevan impermeables.
Apuestan agentes en las esquinas.

Circulan hombres astrosos.
Los cesantes circulan.
Las nubes ocultan el azul del cielo.
Las nubes ocultan la luz del sol.
Las nubes circulan a gran altura.

La nieve es blanca.
El cóndor vuela a gran altura.
Hay nieve en las alturas.

Gonzalo Millán

LA PARTIDA INCONCLUSA

Isla Quiriquina, octubre 1973.
BLANCAS: Danilo González, Alcalde de Lota
NEGRAS: Floridor Pérez, Profesor rural de Mortandad
1. P4R P3AD
2. P4D P4D
3. CD3A PXP
4. CXP A4A
5. C3C A3C
6. C3A C2D
7. ……..
Mientras reflexionaba su séptima jugada
un cabo gritó su nombre desde la guardia.
—¡Voy!— dijo
pasándome el pequeño ajedrez magnético.
Como no regresó en un plazo prudente
anoté, en broma: Abandona.
Solo cuando el diario EL SUR
la semana siguiente publicó en grandes letras
la noticia de su fusilamiento
en el Estadio Regional de Concepción
comprendí toda la magnitud de su abandono.
Se había formado en las minas del carbón,
pero no fue el peón oscuro que parecía
condenado a ser, y habrá muerto
con señoríos de rey en su enroque.
Años después le cuento a un poeta.
Solo dice:
¿y si te hubieran tocado las blancas?
Floridor Pérez

ALTA POESÍA

Todos los vecinos de mi barrio duermen siesta,
pero hay chicos que golpean puertas fastidiando:
piden pan y no dejan
escribir los mejores poemas sobre el hambre.

Jorge Montealegre

LA HERENCIA

La madre engaña a su hijo con un cuento
Y el plato de sopa queda limpio
El hijo crece
Se hace hombre
Se casa
Y tiene un hijo

Y el hijo engaña a su madre con un cuento
Y el plato se ensucia con el llanto.
Jaime Quezada


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