Suben en Tobalaba.
Ella reclina su cuerpo en el pecho de él.
El la abraza desde atrás
y huele su pelo recién lavado .
El vagón da un pequeño salto y se detiene.
Ella juega a caerse y se hunde más en él.
El inclina su cabeza para besar su fino cuello.
Ella siente cosquillas y se revuelve.
La puerta se abre y entran cientos de personas.
Ella abre su boca , después abre los ojos y no lo puede creer.
Ahora cubre su boca con ambas manos.
Estira los brazos y acoge en ellos
a una joven que no ha visto en años.
Se toman de las manos e intercambian direcciones .
El la sujeta por los hombros , desde atrás,
y mira aquello con gozosa indiferencia
(Como si estuviera echado en la cama minutos después del amor )
La música me llega nítida a través del auricular
ahora que el tren se ha detenido y la joven baja
en la estación siguiente , haciendo adioses y lanzando besos.
Es una melodía de juventud.
Es una melodía de nuestra juventud
que me traiciona y me hace
entrelazar los dedos en tu pelo humedecido,
me hace besar tu barbilla fresca
recién bañada en agua de rosas,
me hace besar tu fino cuello
mientras derramas tu cuerpo en el mío
cada vez que frena el tren.
Y así seguimos, muertos de la risa,
hasta la Estación Central, donde bajamos abrazados
y me muestras , apuntando con tu dedo,
al tipo del pasillo que no nos quitó la vista de encima
durante tantas estaciones;
ese tipo que ahora se desliza por el centro
del vagón semivacío
buscando un asiento donde descansar
y escuchar en paz sus melodías.