LA CASA DE LA MEMORIA


En el fondo de la memoria está la casa,
Con su silueta torcida y sus maderas
Crujiendo al ritmo desacompasado
Del reloj de pared, que emite su gong y su tic tac
A tontas y a locas en la pieza oscura,
Sin que mi padre, único relojero del pueblo,
Se haya dignado componerlo en tantos años.

La casa tiene muchas piezas,
Oscuras y desvencijadas.
En la más digna nos juntamos por las tardes
Para ver una serie de terror
En el televisor, cuyas imágenes grises
El viento de la costa difumina
O hace desaparecer, mientras mis hermanos
Trepan al tejado para girar la antena y devolvernos el hechizo.

En el fondo de la memoria está la casa,
Con el tiempo atrapado
En las manecillas oxidadas del reloj,
Que sigue dando aciagas  campanadas
Mientras mis hermanos anuncian en el pueblo
La inevitable muerte de un vecino.

En el fondo de la memoria está la casa,
O podría estar aquí, ahora mismo,
A miles de kilómetros y a millones de días,
En el precipitado tiempo del teléfono inteligente,
La TV digital, la internet jamás imaginada,
El despiadado sol y los vendavales delirantes
Que nos trajo al mismo tiempo el cambio climático,
Mientras la inteligencia artificial nos conduce
Cual flautista de Hamelin al precipicio.

En el fondo de la memoria está la casa,
La lluvia, los bosques, la madera;
Los perros en las calles,
Los vagabundos mendigando la comida al mediodía,
Los borrachos caminando erráticos al ritmo indefinido
Del tic tac prisionero en la sombría pieza,
Mientras mis hermanos escuchan en la radio a transistores
Las baladas más sentimentales que se hayan musicalizado,
Ajenos al murmullo de las acequias que rodean la casona
Como puentes levadizos,
Y que llevan a esta hora en sus aguas nauseabundas
Un botecito fabricado con las hojas de un cuaderno
Por los hijos del pastor evangélico que viven
Unas casas más arriba de la nuestra,
Y que escriben en el bote la misma frase:
“Entra tú y toda tu casa en el Arca”.

En el fondo de la memoria está la casa,
Como un cajón de tablas sin cepillar,
En el que voy y vengo en el tiempo
Intentando diplomáticamente zafarme de la muerte,
Anunciada día y noche por el tañido desalmado del gong
Que me hace confundir pasado y presente.


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