Liderazgo en Liceos y en la cancha


Dirigir un establecimiento educacional es una tarea sumamente compleja; hacerlo bien y ser el líder de la comunidad educativa es, prácticamente, imposible. Sin embargo eso es lo que se pide a quienes están al frente de las escuelas y liceos, en especial si esas instituciones tienen altos índices de vulnerabilidad, puesto que en esos contextos un buen liderazgo genera cambios significativos en la trayectoria de los estudiantes. Por esa razón los liceos técnicos profesionales debieran estar liderados por los mejores directivos.

De acuerdo con el marco de la buena dirección el Director debe ser capaz de construir de manera participativa una VISIÓN estratégica y movilizar a la comunidad detrás de ésta; por lo tanto debe saber planificar de manera estratégica y ser un buen comunicador; debe contagiar de entusiasmo a los profesores, debe ser empático y creer en sus equipos técnicos y docentes para trabajar codo a codo con ellos, guiándolos en el trabajo pedagógico, preocupándose de su desarrollo personal y profesional. Pero, por sobre todo, debe CREER en sus estudiantes y desear fervientemente llevarlos a un mejor nivel de desarrollo. Agreguemos a lo anterior que debe ser un experto en el currículum y en estrategias de aprendizaje, ya que tiene que dialogar con sus profesores sobre temas pedagógicos, asegurar la cobertura curricular y gestionar los servicios de capacitación pertinentes. Un gran organizador de la gestión interna del liceo, un articulador de la política pública que siempre está partiendo por los establecimientos educacionales (ley de inclusión, por ejemplo), un mago de las finanzas para que no se le terminen los insumos de los talleres y los equipos no queden obsoletos cada año; un negociador hábil, capaz de conseguir asociar a empresas serias a colaborar con cupos de prácticas o de aprendices en el caso de aquellos que tienen la estrategia dual.

¿Existe este súper hombre?

Aunque resulte difícil de creer, hay liceos donde el liderazgo es excelente y se nota en la calidad de las relaciones interpersonales y en la convicción de sus miembros de estar haciendo bien las cosas. Son pocos, pero levantan el ánimo y nos hacen pensar que algún día serán muchos.

Escuché a un comentarista internacional de fútbol reconocer que lo había conmovido Vidal, jugando por Chile en los partidos de la copa recientemente disputada en Rusia. Dijo “corría por toda la cancha, no daba una pelota por perdida, lo lanzaban al piso, saltaba a cabecear todas las pelotas, empujaba a sus compañeros a seguir buscando el triunfo, era emocionante y conmovedor verlo jugar”.  Era evidente que este comentarista hubiera deseado que en la selección de su país hubiera jugadores  con esa convicción.

Ya que está de moda hablar de fútbol, me permito hacer una analogía entre la fuerza de este jugador que busca el triunfo con ardor y perseverancia y el trabajo de esos Directores excepcionales que mantienen de pie a sus comunidades educativas, que no bajan los brazos y que han logrado armar equipos de trabajo para poder alcanzar los sueños en forma colectiva. Así como esos jugadores se mantienen en la cancha a pesar de los golpes y las heridas, así esos directores no se van para la casa apenas el invierno les provoca los primeros estornudos.

Sabemos que la carrera docente pronto incorporará también a los directores; esperamos que los grandes directores (as) tengan el reconocimiento que merecen.

Francisco Ruiz

Director de Educación Chile Dual

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