Nueva novela de MIHOVILOVICH


 

Grados de Referencia,   novela de búsqueda.

 Autor: Juan Mihovilovich

LOM Ediciones 2011-273 págs.

GRADOS DE REFERENCIA  es  la última novela de Juan Mihovilovich,  publicada  recientemente por LOM ediciones y sobre la cual circulan ya algunos comentarios.  Varios de ellos le reconocen  cierta originalidad  al autor por insistir en una literatura   que ahonda en la condición  humana, en la sicología de las personas y el sentido de la vida  sin haber transado a cambio de tener más lectores y fama. Respecto de  la novela,   coinciden  en que nos muestra  al  dictador que cada uno de nosotros lleva dentro, avalando una frase del propio narrador en las primeras páginas.

GRADOS DE REFERENCIA no es  fácil de leer. Tiene una estructura atípica, donde no hay  diálogos ni personajes  que se desarrollen como en el común de las novelas.  Al igual que en su obra  anterior (DESENCIERRO),  el relato  se sostiene en una extensa  conversación entre el narrador y un supuesto receptor al que se  interpela  cada cierto tiempo con frases como   “mire usted”,” ¿usted cree en la amistad?”  ,  “…querido amigo”,  etc.  Esta actitud,  apostrófica, le permite al autor instalar a su personaje como  el único hablante, el que tiene  todas las ventajas de decir lo que quiere y  puede, además,  aclarar o profundizar a partir de hipotéticas preguntas del receptor. Las historias, noticias , personajes ,  episodios y  disquisiciones a que accedemos provienen únicamente  de ese hablante que nos cuenta partes de su vida, llevándonos por diferentes lugares  y tiempos,   teniendo siempre  a la Dictadura de Pinochet  como  oscuro telón de fondo . Allí convergen  seres y hechos, algunos endemoniados y tenebrosos, otros angélicos y luminosos. Sin embargo no es una novela de la dictadura. GRADOS DE REFERENCIA  es, fundamentalmente, una novela de BUSQUEDA que   recorre  permanentemente el ciclo  ilusión-búsqueda, encuentro-desilusión-ilusión.

GRADOS DE REFERENCIA es, por lo mismo, una novela de  experiencias iniciáticas. Su narrador-protagonista  nos pone siempre frente a situaciones  de iniciación: el sexo, el poder, la justicia, la amistad, la religión, el misticismo, la masonería, etc.  De casi todas ellas  sale  con desilusión y cierta amargura  que, sin embargo, no alcanza a convertirse en   frustración ni rabia, pues pronto habrá otra  ilusión, el punto de partida de un nuevo ciclo de búsqueda.  A modo de ejemplo podemos ver que el primer capítulo se inicia con el golpe militar de Pinochet,  pero termina  con “…aguaceros que formaban  más de un esperanzador arco iris”.  Otro capítulo se inicia con el protagonista describiendo las cárceles chilenas donde, a su juicio, es imposible una rehabilitación; sin embargo el capítulo se cierra con  un reo  que dio feroz muerte  a su mujer e hijo y que tiene la capacidad de  enternecerse  ante un jilguero que viene todas las tardes a  su celda.  Muchas de estas experiencias  iniciáticas aportan  una especie de renacimiento donde  siempre habrá espacio para la porfiada ilusión : el sexo no es consumado en la primera relación  de amor, pero a cambio habrá un paseo por  las praderas inolvidables que le ofrece la mirada de la mujer (“no hay nostalgia peor que   añorar lo que nunca jamás sucedió”, canta Sabina) , el matrimonio dura muy poco, pero habrá  otras parejas  en el camino;  los diversos cargos  ejercidos post-dictadura  no logran entusiasmarlo. ¿Cómo podrían, si están asociados  a pasillos oscuros,  a seres ignominiosos? Pero en  las últimas páginas podemos verlo  iniciando nuevamente el ciclo de búsqueda al asumir como Juez en un pueblo campesino donde, quién sabe, encontrará lo que busca. (“yo voy soñando caminos, ¿adónde el camino irá?”, escribe Machado)

 La novela es, a la vez, muchas historias a las que se va  y vuelve casi siempre desde un mismo punto de referencia, la dictadura militar, y que tienen como personajes a una mayoría de individuos  que parecían  promisorios  y resultaron, casi siempre,  inescrupulosos. Los pocos que no lo son, aparecen en circunstancias especiales y tienen, ya se ha dicho, ribetes angelicales.  Algunas de estas historias  alcanzan niveles narrativos sobresalientes, como aquella del hermano recluido en un sanatorio esperando  cigarrillos  y un  tablero de ajedrez para seguir desafiando  al entendimiento; historias que se vinculan directamente con la realidad que vivimos hoy en las calles de  Chile donde  la ciudadanía  expresa  el inconformismo con quienes han gobernado por casi 30 años para mantener la injusticia , el autoritarismo  y la violencia  , porque la porfiada ilusión  que da inicio a un nuevo ciclo de vida del protagonista  no es inocencia ni bobería, sino una especie de “ardiente paciencia” de la que se rearma  a sabiendas de la naturaleza humana: “ese policía seguirá blandiendo el garrote de su ignorancia sobre la espalda de un estudiante secundario, y desde el hemiciclo parlamentario los dueños del miedo ordenarán reproducir nuevas normas que perpetúen el imperio. Y en los tribunales el mallete del juez seguirá condenando a eternos inocentes. Y en la elite intelectual se continuará reflexionando sobre naderías… Ya sé que eso es cierto”. 

Novela de búsqueda a través de la razón y la intuición, siendo esta última forma de conocimiento la que parece aportar los mejores resultados, porque lo que se está buscando  posiblemente no esté en la  “realidad real” sino en aquello que aparece y desaparece a lo largo de la novela  como si fueran actos de magia y que tienen formas casi siempre luminosas: las  luciérnaga que desaparecen dejando un reguero brillante,  personas  –por lo general mujeres- que bien pudieron ser ángeles  destinados a advertir o a rescatar de los peligros, pájaros especiales, como un  colibrí o el jilguero  que  viene por las tardes a posarse sobre los hombros del prisionero para mudar su rostro asesino por otro mucho más humano, aunque al día siguiente todo siga siendo como siempre ha sido.

Francisco Ruiz Burdiles


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